El Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas fue fundado por don Pedro Romero de Terreros, I conde de Santa María de Regla, el sábado 25 de febrero de 1775, con una cantidad de 300.000 pesos de oro para esta obra asistencial, dinero destinado del propio peculio del fundador.
Después de que las autoridades eclesiásticas ofrecieran una misa, y se encontraran presentes importantes personalidades de la Corona española y sociedad en general para dar testimonio de esta importante obra, Juan Carabantes fue la primera persona en empeñar un aderezo de diamantes por el cual se le prestaron 40 pesos oro, recuperándola en agosto de ese mismo año.
Durante su primer año de operación el Nacional Monte de Piedad había realizado 17,000 operaciones de empeño, lo que equivalía a un cuarto de la población de la entonces Ciudad de México.
Constituir un Monte de Piedad sin fines de lucro, que tuviese la finalidad de brindar socorro a los necesitados por medio del préstamo, fue la visión que a Don Pedro más le interesó, por lo que solicitó a la Corona española la autorización para establecer lo que más tarde sería el Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas.
Es así, que el Rey de España, Carlos III, en Real Cédula expedida en Aranjuez el 2 de junio de 1774, aprobó la fundación del Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas, bajo su Patronato.
Meses más tarde y en respuesta a dicha Cédula Real, el Virrey Don Antonio María de Bucareli y Ursúa, previno a los oficiales reales que mantuviesen en depósito, a su disposición y con la debida organización.
El Rey nombró a Pedro Páez de la Cadena Superintendente de la Real Aduana de México, para redactar los Estatutos del Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas, con el concurso de la Junta de Ministros y personas designadas por el Virrey.
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